Normalmente, cuando pensamos en la evolución de los seres vivos, imaginamos sucesos que han ocurrido hace millones de años, pensamos en neandertales, en mamuts y en dinosaurios. A veces, nos olvidamos de que el proceso de cambio de los seres vivos nunca se detiene, es algo que está siempre en marcha, contínuamente a nuestro alrededor. Ejemplos visibles de evolución reciente se pueden encontrar en la selección y mejora por la mano del hombre, de diferentes razas de perros, vacas, caballos, cultivos, etc.
Otro ejemplo, en la propia especie humana, es la aparición de la llamada persistencia de la lactasa. La lactasa es un enzima (osea, una pequeña maquinita molecular que existe en el interior de los seres vivos) que se ocupa de procesar un cierto tipo de azúcar que hay en la leche y que se llama, qué sorpresa, lactosa. La lactasa corta la lactosa en trozos más pequeños de manera que la energía contenida en este azúcar pueda ser aprovechada por el ser vivo para sus funciones biológicas. Aunque, claro, antiguamente, antes de que el hombre empezara a domesticar animales productores de leche, no había ninguna razón para que los humanos conservasen la lactasa más allá de la edad en que somos amamantados por nuestras madres. Cuando, hace 10000 años (aproximadamente), se domesticaron los primeros rebaños, entonces ya hubo una razón.
La persistencia de la lactasa, es decir, el hecho de que humanos adultos sigan produciendo lactasa y sean por tanto capaces de aprovecharse de las ventajas derivadadas de consumir leche, coevolucionó entonces junto con el pastoreo y la domesticación de rebaños y, una característica que no existía hace 10000 años (no se ha encontrado el gen que determina la persistencia de la lactasa en ciertos esqueletos del neolítico) hoy es mayoritaria entre los europeos y algunos grupos humanos del norte de África y de Oriente Medio. Un ejemplo de rapidísima evolución (en términos de tiempos evolutivos, claro) y que nos afecta directamente.
Recientemente, un grupo de investigadores alemanes e ingleses han añadido nuevos datos a esta fascinante historia realizando un estudio que combina genética y antropología de una forma bastante innovadora. En dicho estudio, concluyen que, muy probablemente y suponiendo que una serie de hipótesis que hacen son correctas, la persistencia de la lactasa apareció hace unos 7500 años en una región entre los Balcanes y Europa Central.
no me sirvio de nada